Cada vez más gente desea contribuir al cambio positivo en la sociedad y el medioambiente con sus inversiones, pero no se contenta con los enfoques éticos o ESG tradicionales.
Las inversiones centradas en empresas que buscan soluciones prácticas a los problemas apremiantes del mundo, como el hambre o la precariedad laboral, tienen potencial de generar rentabilidades atractivas a largo plazo. Este es el motivo por el que consideramos que la inversión de impacto no es idealista, sino profundamente pragmática. Por ejemplo, permite medir rentabilidades no financieras, en base a un análisis del impacto positivo de las actividades o productos de una empresa en base a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definidos por Naciones Unidas.
El valor de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.
Fuente: Naciones Unidas, Departamento de Información y Prensa.